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50 aniversario de la promoción 61/62
cuentro que convierte la nostalgia en
un boomerang que nos golpea en la
cabeza y nos inmoviliza ante un miste-
rio que no logramos entender del todo.
Cincuenta años. ¡Medio siglo! Sin em-
bargo, hoy he vuelto a leer la carta que
os dirigí hace veinticinco años, cuando
nos creíamos mayores pero seguíamos
siendo unos chavales. Leopoldo Serra-
no la conservaba. La envió a la Asocia-
ción y ésta me la ha remitido por e-mail.
Me ha conmovido.
retrotraigo a un mundo, inaccesible, al Hace tres años, en la presentación de ¿Es posible que una carta te conmueva
que contemplo desde la fascinación del un libro en Madrid, me encontré con tanto al leerla veinticinco años después?
medio siglo que me observa a través de Rafael Berdún: “Somos dos abuelitos, Ha sido una experiencia formidable, úni-
los gestos de mis compañeros a quie- Manolo”. Recuerdo que cuando llegó ca. Si se podía ser tan feliz entonces, y
nes, mañana, muy probablemente, me hasta mí para que le firmara el libro, mi compartir esa alegría, ¿por qué no aho-
costará identificar. Hablar con algunos de mente se paralizó: no sabía qué escribir ra? Se puede. ¡Claro que se puede! Ese
vosotros por teléfono me ha sumido en en la dedicatoria. Habría querido decirle boomerang del tiempo que te golpea
la contradicción del hombre que no sabe tantas cosas… Rafael Berdún, mi ami- transforma la desesperanza en ansias
si se marcha o regresa. En la experien- go, el de las cinco rayas rojas, rebelde de vida. La vida sorprende solo a quie-
cia de hablar con un compañero enfer- y contumaz ante el permanente agravio nes la viven. Cincuenta años después,
mo, esa sensación ha sido de profunda de los curas, estaba frente a mí casi la vida nos sigue preservando el don de
tristeza. La alegría de vivir que traslucía cincuenta años después, redivivo como sorprendernos a nosotros mismos. Ése
aquella misiva de hace veinticinco años un fantasma. Juro que en ese momento es el misterio. El gozo de vivir perdura
se habría convertido ahora en la melan- me acordé de su madre, de las tartas aun en la tristeza de pensar que no es
colía que suscita la irreparable pérdida que elaboraba el día de su cumpleaños. posible el regreso a la gloriosa adoles-
de algo. ¿Y para qué levantar los ánimos ¿Quién puede con la carga de recuer- cencia.
de lo que no tiene vuelta de hoja? dos de medio siglo, con la dinamita de
tantas emociones muertas? ¿Y por qué Un compañero me decía por teléfono
Mi padre, don Manuel, os acordáis, solía ese empeño en volver hacia atrás para hace unos días: “Manolo, nosotros ya
decirme, cuando vislumbraba el final: “La encontrarnos con lo que apenas recor- estamos amortizados”. Precisamente
vejez es la única enfermedad progresiva damos, con lo que ya no somos?. por estar amortizados merece la pena
e irreversible”. Evoqué su figura en un recuperar el instante en el que, de sentir-
artículo que apareció en Las Provincias: Entiendo que algunos compañeros nos tan vivos, lleguemos a creernos que
“Ha muerto el último caballero de la en- rechacen, de entrada, acudir a un en- somos inmortales. ¿Es que no seguimos
señanza”. siendo, en el fondo, tan inocentes e in-
genuos como entonces?
Un fuerte abrazo.
Manuel Mira Cancel
Promoción 61/62
16 Periscopio 2012

